Desde hace décadas, la depresión se ha convertido en un tema muy abordado por especialistas y por el público en general, incluso es un término frecuentemente usado de manera indiscriminada para referirnos a un sinfín de situaciones que estamos viviendo, solemos decir “estoy deprimido” “entré en depresión” “esta situación me deprime” “estoy depre” ¿Pero a qué nos referimos?
Generalmente hacemos referencia a la depresión cuando experimentamos tristeza, melancolía, frustración o infelicidad; tales sentimientos interfieren en las actividades que realizamos de manera cotidiana, creando en nosotros poca disposición para cumplir nuestras metas o compromisos.
López (2007) define la depresión como “un trastorno emocional que se caracteriza básicamente por alteraciones del humor, tristeza, disminución de la autoestima, inhibición, fatiga, insomnio, pensamientos negativos y que tiene como consecuencia la disminución de la actividad vital, es decir, impide desarrollar con normalidad las actividades de la vida diaria” (p.210).
No necesariamente, debemos experimentar las mismas señales, la manera en que la depresión se hace presente en nuestras vidas varía de persona a persona. Las diferencias individuales harán que la depresión sea un caso particular en cada uno de nosotros; no podemos dar una definición general porque no todos la vivimos de forma idéntica. Puede ser que alguien se encuentre triste, no quiera comer ni bañarse ni salir de casa, mientras que otra persona sí sale de casa, hace sus actividades cotidianas y aparentemente se ve bien, pero quizás exprese que tiene poca motivación, etc.
La depresión debe considerarse como un problema multifactorial ¿qué quiere decir eso? Indica que no sólo hay un elemento el causante de este malestar, sino que influyen diversos factores de orden biológico, social y psicológico.
Es cierto que influyen factores internos, es decir factores biológicos, como es la deficiencia funcional de neurotransmisores en nuestro cerebro, uno de ellos es la reducción de serotonina. Pero también influyen factores externos, de nuestro ambiente los cuales podemos controlar y modificar para mejorar nuestro estado de ánimo.
Frecuentemente hay elementos a nuestro alrededor que juegan en nuestra contra y predisponen o favorecen el hecho de que experimentemos depresión. Independientemente del factor biológico, existen elementos que desencadenan la depresión, algunos pueden ser, la separación matrimonial, el status de divorciado, la pertenencia a clases inferiores, la inadecuada situación socioeconómica, la inestabilidad laboral, el vivir aislado del centro urbano, las dificultades en el ámbito laboral o familiar, constituyen causas sociales para la aparición del trastorno (Díaz, et.al 2006).
Ahora bien, el hecho de vivir situaciones adversas no indica que invariablemente experimentaremos depresión, ésta tendrá que ver con nuestra capacidad o competencia para enfrentar tales situaciones; si somos personas que en vez de buscar soluciones a las mismas nos centramos en los aspectos negativos, encontramos nulos motivos para cambiar la situación, es probable que presentemos algunos estados de ánimo y comportamientos que se catalogan como depresión.
La Organización Mundial de la Salud, estima que la depresión será la segunda causa de discapacidad en el año 2020 ¿por qué discapacidad? Precisamente porque limita las actividades de las personas, dejan de realizar acciones relacionadas con su vida cotidiana. Las estrategias de afrontamiento tendrían que estar ligadas a generar habilidades para modificar los eventos adversos y generar comportamientos que ayuden a hacer frente a la problemática.
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